ése día que hizo valer mi sueño que aunque intangible siempre había cultivado desde muy corta edad,
y es que uno no se imagina lo grande que puede ser el mundo sin salir de la ciudad,
puedo decir que conocí decenas de mundos en un solo lugar.
Abrí mi libreta y saqué mi pluma para escribir día a día la bitácora de mi vida
porque aprendí que aunque similar a Chaplin,
el día perdido era aquel en el que nada hubiera aprendido.
Me permito agradecerle a la vida por tantas experiencias juntas,
por el ramillete de lecciones que me regalo día a día,
por los sabores que deleité en las sonrisas que recibía,
por la satisfacción que sentí al alegrar un alma vacía
y es que fue así como me enamoré de la vida.
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